PASOS OBLIGADOS: EL ZAPOTE, EL CALICANTO, LA AGUA BLANCA Y LOS GIGANTES.

 


Desde mi más remota infancia llegan recuerdos de lugares que se han tomado como sitios donde da miedo pasar por la noche. Los jóvenes , desde siempre, han buscado veredas para ir por las tardes hacia los pueblos cercanos, ya sea los de nuestro rancho o bien, los de los ranchos cercanos hacia el nuestro en busca de novia. Todos los que somos y crecimos ahí lo sabemos. Desde el tiempo en que viví cercano a mis abuelos paternos , Antonio Pineda Solorio y María Melgarejo Hernández cerca al río, conocí la casa vieja de la Agua Blanca tan característica del lugar, con su escalera que conduce a la gran pileta como paso intermedio del bombeo de agua para el regadío de las parcelas.




Por aquellos tiempos había una hermosa Huerta de duraznos, chabacanos y membrillos y los chicos de ese entonces disfrutaban del lugar. A mi me gustaba subir las escaleras y sentarme al borde del techo de esa casa vieja donde un día vivió, Refugio Díaz, tatarabuelo de los Córdoba y Díaz actuales. Había un grande y frondoso Capulín blanco metido en la parcela que debía soportar la subida de los pequeños cuerpos delgados de los chiquillos que nos hartabamos de capulines hasta empanzonarnos.
Yo disfrutaba estar ahí y ver desde el lugar la hermosa laguna de ese entonces. Esa laguna contenía uno de los manantiales más grandes y hermosos y formaban uno de los afluentes que alimentaban el río del Cortijo desde tiempos coloniales que a su vez, llevaba sus aguas a la pantanosa ciénega considerada , hasta antes de su desecación por parte de los Noriega, como un lugar insalubre y perjudicial.




Sus grandes sauces a la orilla, daban un aspecto espectacular a los alrededores, aunque tétrico durante la noche, era un paso obligado de quienes regresaban de ver las chicas de Cortijo Viejo. Había que vencer el miedo escalofriante que se producía al pasar por allí.
A la orilla del techo de esa casa y colgando los pies hacia el vacío miraba la laguna y el río - de hecho, me encantaba - y me paraba de vez en cuando para caminar dirigirme hacia el lado norte de este. Veía con cierto miedo, el tejado que al parecer, fue la cocina de esa casa icónica de ahí. Era una cocina de techo inclinado hacia el norte y parte de sus paredes eran las de una loma escarbada, de tal suerte que el techo quedaba a nivel de esta elevación.




Había una especie de vereda que rodeaba la laguna hasta el río hasta llegar a una esquina donde se unía esta orilla con él. Había ahí un gran sauce y un carrizal, y al pasar la cerca, ya cercano al vallado , había un pequeño y hermoso llano.
Yo disfrutaba del lugar y me encantaba cortar un carrizo para montarme en él con la inocencia propia de un niño que ve una vara como un caballo.
Otra forma de llegar a esa esquina del sauce y el carrizal , era viniendo del camino real pasando por el potrero o bien, cruzando una vereda de las Placitas para llegar al potrero y continuarse por el río - o vallado, ya en aquel entonces - evitando la casa vieja de la Agua Blanca.




El ir o regresar al Cortijo era también bordeando el vallado o antiguo río por el camino del Zapote y el Calicanto, también conocido este camino como un lugar donde espantan.
Nunca he entendido la razón de porqué esa idea, pero no puedo negar que el paso por el Zapote no deja de provocar un poco de miedo cuando se pasa por ahí durante la noche.
He notado que los lugares donde dicen que espantan tienen algo en especial. Tal vez si observamos , nos daremos cuenta que existe algo, sea una construcción, un gran  montículo de rocas o unas ruinas y no sabemos porqué están ahí esos montones de piedras. La lógica nos dice que esos cúmulos de rocas están ahí por alguna razón, ese es el caso del Zapote del Calicanto que creció en un gran cúmulo no natural de piedras. Tal vez fue , en algún momento de la historia una construcción de rocas o bien, esas rocas fueron colocadas ahí al despejar las parcelas de estas - esto es poco probable dado que eran estas partes de la ciénaga y son de suelo sedimentario - y pasó como un lugar que había que evitar. De ese montículo parte el inicio del antiguo dique llamado Calicanto.


 


En tiempos coloniales sólo los templos importantes estaban hechos de cal y canto, es decir, piedra y cemento. En el caso del Calicanto, fue un dique que se realizó para contener el gran caudal del Río del Cortijo que lo formaban dos afluentes: uno venía de los manantiales del molino de la Hacienda de San Juan de la Vega -actual Cortijo Nuevo- y otro del manantial de la Agua Blanca.
Este río se continuaba hasta el puente de la Saucería hasta la ciénaga para alimentar sus pantanos y sus aguas y a nivel de los Jacales , se hizo otro pequeño dique con dos compuertas más para controlar nuevamente su caudal.
Actualmente el Calicanto está derrumbado en la parte del Zapote y se conserva el segmento del otro lado del pequeño hilo de Agua que existe aún pero que casi desaparece ya.



Los gigantes por aquel entonces, era un lugar más, considerado como un lugar nocturno tétrico aunque, en lo personal, no lo era para mi pues es el sitio de la parcela del abuelo paterno - Gabriel Garcia.
Tal vez se consideraba tétrico por la noche por lo alto de estos o tal vez, porque los caminos viejos están llenos de leyendas desde los tiempos virreinales pasando por la revolución y su barbarie pues recordemos que este camino comunicaba a Comanja con la Hacienda de Cortijo de San Juan de la Vega y por aquí se llevaba el tributo a Juan Infante, encomendero de la región de Comanja y sus pueblos sujetos.
Guardo aquellos recuerdos con cariño y los tiempos que viví cerca del río aún  después de la muerte de mi abuelo materno. Ya después,  la familia de mi madre se fue del rancho para no regresar. Viví otros años mas en esa casita de adobe frente a la casa de Carolina, a un lado del tío abuelo  materno para luego irnos de forma definitiva a nuestro lugar actual, a la casa de mis padres y quedando todo en manos del tío Daniel que quise tanto.











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