Cortijo Nuevo y Colonia Emiliano zapata (El Molino) Un viaje a la sierrita

Eran las 4 de la tarde del día 20 de febrero de 2011 cuando llegué a la casa de mis padres, después de haber viajado en autobús hasta Zacapu y cansado ya por el tedio de la espera de la flecha de color verde que me llevó hasta ahí.

No tenía en realidad un plan específico para ese día y de pronto, se me ocurrió que sería bueno buscar los pasos de la época de mi adolescencia y niñez en la loma, el cerro que recorrí infinidad de veces cuando iba en busca de leña que hiciera arder el fogón donde mi madre a duras penas nos preparaba la comida y hacía las tortillas.

Me hice acompañar de la cámara fotográfica y al salir, el perro flaco de la casa de mis viejos que vive en la calle, brincó de gusto, e inició la marcha conmigo entre brincos y lamidos que quiso darme sin pudor alguno. Caminamos y yo lo hacía escuchando la radio en un receptor portátil, con el fin de recordar aquellos tiempos con mayor exactitud.






Madroño, ejemplar adulto de mediana edad






Caminé un rato dirigiéndome a la sierrita: Crucé un primer alambrado que me haría entrar a los terrenos de Ubaldo. Un poco después había otro más que separaba el mismo terreno y a lo lejos vi la cerca de piedra.

Tomé una fotografía panorámica que me recordara mis viejos tiempos.

Ese lugar era por aquel entonces un gran llano que recorría gustoso a veces por la mañana aunque más comúnmente por las tardes.

Vino a mi el recuerdo que en mi adolescencia, apenas brincarla, había un gran llano donde nos reuníamos por las tardes con mis amigos Benigno Arreola, Héctor Juárez y Ral a practicar Karate –según nosotros- y a hacer piruetas llenos de alegría. Ahora me pregunto qué harán y qué será de ellos y me pongo a pensar ¿Por qué ya no frecuentamos mas a nuestros amigos cuando pasa el tiempo… porqué cambiamos tanto?

Busqué el llano, pero apenas queda un poco y el resto está cubiero de hierba.

Busqué el camino que llevaba hasta las faldas de la sierrita pero ya no lo encontré. No vi tampoco los llanos de aquel entonces que recorrí con mi otro perro –El Kidy- ni los altos copalillos que junto con algún granjeno daban sombra en tiepos de calor o a veces, de forma imprudente intentaba resistir la lluvia de verano.

Recuerdo que en mi niñez y principios der mi adolescencia había en el lado oeste de la sierrita y al lado este de la primer barranca de esta, dos pinos de ocote muy grandes, que luego desaparecieron al ser talados poco a poco en busca de pequeños trozos. Eran dos árboles altos y frondosos a las que me gustaba ir para recolectar algunas piñas y oler su aroma.





Hojas de encino. Se observa donde estaba la selilla




Como no encontré el antiguo camino, me dirigí hacia un árbol que a lo lejos parecía un fresno como de 4 o 5 metros de altura. En efecto, era uno que en aquel entonces no había y me dio gusto por ello.

Seguí caminado por entre las jara chinas, a veces sintiendo las espinas de uña de gato que me impedían caminar. Llegué a la barranca y con un poco de trabajo la pasé.

Llegué a donde antaño había un gran árbol de encino a donde también me gustaba llegar a tomar sombra cuando llegaba hasta ahí. Solo encontré su tronco.





Hojas y piñas de pino de ocote




En el camino tomé la determinación de que llegaría hasta donde nunca había subido, hasta la cima de la sierrita.

Subí por la barranca –prácticamente superficial y muy ancha- que baja de esta elevación cuyo fondo es de tepetate. Seguí caminado, subiendo por el lado oeste.

Me dio gusto cuando vi que el bosque de encinos y madroños se había repoblado, esto, porque en la actualidad la gente ya no va hasta allá y tampoco los tala.





Madroño adulto, tallo leñoso




Me dirigí hacia otro fresno

–Vaya- pensé, parece que ahora se está agregando un árbol mas a la flora del lugar.

De ahí me dirigí un poco hacia el norte y tomé algunas fotos de encinos jóvenes o de edad mediana y de algunos madroños. Vi que el bosque se encuentra en regeneración.

A lo lejos, era visible un gran encino añoso seco tirado y pensé que seguramente una tromba lo había derribado por completo – que año más lluvioso, pensé para mis adentros.





Madroño pequeño




Regresé un poco para continuar ascendiendo, subí y me llamó la atención la presencia de un árbol que contrastaba con el resto de la vegetación circundante: Era un hermoso pino de ocote frondoso en su adolescencia temprana a un lado de un tronco que parecía ser el de otro talado hacía años. Hacia el norte de este, había dos o tres más a principios de su niñéz.



Pino de ocote, ejemplar jóven








-Parece ser que se está repoblando por completo el ecosistema y los pinos se está hacieno mas comunes- pensé.

Me acerque a él para luego desandar un poco mis pasos y reiniciar el ascenso hacia lo más alto del lugar.

Me topé con otro alambrado el que crucé con un poco de dificultad. Continúe así el ascenso por el lado oeste.

La vegetación empezó a cambiar y los encinos y madroños se hicieron ausentes para ser sustituidos por capitaneja, huizaches, arbustos y hierba. Caminé hacia el este, a la cima de la sierrita a la que llegué lleno del polvo.

Vi que en ese sitio las piadas son de balaustre rojo y un agujero que seguramente era la guarida de algún roedor, me confirmó mi sospecha: La cima es un banco de arena roja. Un alambrado de púas más separaba la cima de la empinada cuesta del lugar y marcaba un cambio brusco de bosque de pino, encino y madroño en una vegetación de capitaneja y hizache.

Tomé algunas fotos en las que se veían a lo lejos los gigantes del Agua Blanca, Bellas Fuentes, Tarejero, Cortijo Nuevo y Cortijo Viejo e inicié el descenso por donde logré la subida.

-¡órale!- me dije- allí veo la copa de otro pino.

Era observable la humareda de tres zonas de incendio allá por la Alberca o en mogote que esta al norte del Toril.

Inicié la bajada ya un poco tarde.

A mitad de la elevación, cuando inicié a descender por la ancha barranca con fondo de tepetate y algunas isletas con huzaches, capitanejas y pasto seco, encontré una piedra que correspondía a un segmento de la mano de un metate, sin embargo, me llamó la atención que, a diferencia del resto de la loma, eran extremadamente raros los pedazos de tepalcates.

La bajada fue más sencilla pues vi, aunque poco marcado, el antiguo camino.









A lo lejos, incendio del llano




· Orografía

La sierrita es el lugar más elevado del lugar.

.Flora

Bosque de encino, pino, madroño.

Se observa capitaneja, jara china en sus faldas y en las barrancas.

Palo azul y palo dulce

Se está agregando a la flora el fresno

· Observaciones

Solo el lado norte de la sierrita es boscoso

Sus faldas son de huizaches, copalillo, capitaneja y jarachina y granjeno

El lado sur es de capitaneja y huizache al igual que sus lados este y oeste, predominando en su lado oeste, principalmente en la barranca el palo azul

Su cima es un banco de arena roja

Hojas y flor de madroño

Comentarios

Entradas populares